viernes, 30 de marzo de 2012

Mi niña si tu algún día...

Mi niña si tu algún día
te sientes patito feo
recuerda que encarnaría
al hada para tu cuento.

Si tus ricitos están despeinados
y tus mejillas cubiertas de hollín
en un suspiro podría arreglarlo
con los truquitos del Mago Merlín.

Mi niña si tu algún día
te sientes desabrigada
recuerda que acudiría
a ponerte una frazada.

Si tus ojitos me miran llorando
y la amargura no se quiere ir
con el hechizo que estoy preparando
seguramente te haría sonreir.

Mi niña si tu algún día
te sientes tan sola y triste
que ya no crees en las hadas
recuerda que Dios si existe.

Si tu alma sufre mucho
y te quema el corazón
no habrá ni hechizos ni trucos
te sanará la oración.

Karen Zambrano.



domingo, 25 de marzo de 2012

Carta a Mi Abuelo Don Diógenes Román Pérez Hernández de su Nieta Predilecta Karen Elisa Zambrano Pérez

Barquisimeto, 01 de febrero de 2.012.

Querido Abuelo:

Hola, Abuelo, ¿cómo estás? ¿Cómo te portaste hoy? ¿Ya te bañaste? Mmmm, estás oloroso… Te escribo esta carta ,Abuelo, porque tú eres el gran amor de mi vida, así como yo lo soy de la tuya… ¿Verdad, Abuelo, que yo soy tu predilecta?
Yo sé que en tu corazón albergas grandes amores, tu esposa, tus hijos, tus nietos, familiares y amigos, tanto los de este mundo como los del más allá. Perooooo… que se pongan todos celosos, porque lo nuestro es especial.
Abuelo, cuando yo te conocí, que es lo mismo decir que cuando empezó nuestra historia de amor, tú contabas ya medio siglo de una vida honesta, útil y sencilla. Te llegué de sorpresa en 1.976. Ésta, tu primera nieta, llegó para acapararte.
Mi recuerdo más antiguo es yendo de tu mano a la bodega: Ahí va “Para” (como todos te dicen), con el rabito atrás! Y es que eso fui en mi infancia, tu rabito, tu apéndice, tu toñeca, tu compañera inseparable.
De esa misma bodega me traías “Las Cucarachas”; ésas que me decías se habían metido traviesas al bolsillo de tu guayabera, y que yo me apresuraba a sacar, para verlas transformadas en un dandy, un cocosette o un cheese tris.
Mientras mamá estudiaba todo el día Medicina en la Universidad, eras tú, Abuelo, el que me preparaba el desayuno. Mmmm… tajadas, huevo frito, queso y suero… única y exclusivamente para mí, para tu “Corazón”, porque así me decías chiquita: “Corazón”.
Si a mi mamá le tocaba guardia nocturna, yo me metía entre tu y mi abuela para dormir, y eras tú, Abuelo, quien pasaba horas contándome las aventuras de Tío Tigre y Tío Conejo, o cantándome ¡Hilitos, hilitos de oro! ¡Qué afortunada fui!
Entre cuentos y canciones, me seguí enamorando de ti. Ay Abuelo, qué lindo poder recordar mi niñez, porque siempre estuviste ahí conmigo. Cuando faltó mi papá, nunca faltó mi “papabelo”.
Como Meteoro y Trixie, formábamos un equipo bien particular. Abuelo piloto y nieta copilota, anduvimos siempre juntos haciendo diligencias.  Ya tú estabas jubilado del MTC, pero en esos recorridos me enteré que trabajaste haciendo de todo y en todas partes: Fuiste ordeñador, agricultor, vendedor de leche, maíz, cambures, aguacates y conservas, chofer, asistente, inspector de obras públicas y tantas cosas más.
Le hiciste los mandados a Doña Menca cuando el doctor Raúl Leoni era Ministro del Trabajo y participaste en la construcción del Puente sobre el Lago de Maracaibo y del Distribuidor La Araña, ¡na´guará!
Al final de la jornada, tú y yo, de regreso en el Chevy Nova anaranjado, con la misión cumplida. En esa época no se usaba el cinturón de seguridad, pero tu mano protectora siempre estuvo allí para atajarme en algún frenazo. En la última parada, ya muy cerca de la casa, tu cervecita Zulia y mi tizana. ¡Salud!
Luego fui creciendo, Abuelo, y tú siempre ahí, incondicional, permanentemente conmigo. Llevándome a la escuela, al liceo, al conservatorio, luego me enseñaste a manejar. Vino la Universidad, estudié Ingeniería porque me dijiste: “No estudies medicina como tu mamá, porque es muy sacrificado.” Y te hice caso, Abuelo.
Tú no manejaste más, un glaucoma te atacó un ojito. Pero me ayudaste a comprar mi primer carro, un escarabajo rojo. Y cuando me gradué ahí estabas tú, con mi medalla al cuello. Y es que cuántas cosas te debo y en cuántas cosas más me has ayudado y aún lo sigues haciendo. No me alcanzan las líneas de esta carta para contarlas y mucho menos para agradecerte.
En el año 2.000 nos diste un gran susto, Abuelo. Te nos pusiste malito, muy malito, y todo por la negligencia de un doctor. En aquellos días terribles, de desacertadas cirugías, de médicos con extrañas excusas, de largas esperas, surgió la esperanza. Dios te siguió dando vida y nos bendijo con ese milagro de tu sanación, para la alegría de todos los que te amamos tanto. ¿Cómo no enamorarme de ti, Abuelo, si en esos días, con todo lo que te estaba pasando, que era demasiado, no dejaste de preocuparte por mi?
Y es que, ¿quién puede resistirse a los encantos un hombre como tú? Tú que siempre has tenido un inigualable sentido del humor, que tu conducta ha sido tan bondadosa como intachable, que has sido un hombre fiel, trabajador, educado, hermoso, juguetón y consentidor. Dios le deparó a mi abuela el mejor esposo del mundo… porque hasta hoy eres incapaz de servirte una taza de café para ti, sin servirle una a Susana primero.
Y después de unos años, Abuelo, llegó una indiscreta visita, un viejo bandido, que vino a jorobarnos. Ese viejo grosero te vino a molestar y descaradamente se apropió de tu buen juicio. Abuelo, ese viejo osado hasta te raptó un día de la casa por varias horas, y solo en un descuido, pudiste escapar y regresar a tu hogar, para alivio de nosotros que te buscamos hasta debajo de las piedras por todo Barquisimeto. Y al llegar solo dijiste que tú no estabas perdido, que estabas trabajando.
Ese viejo hechicero te vino a confundir, te llevó pícaramente a bordo de un Ruta 7 al centro electoral y cuándo te pregunté por quién votaste, me dijiste “Por Chávez”, y yo te dije “¡Abueloooooo, pero si tu eres Adeco!” ¡Qué vaina, Abuelo!
Ese viejo sinvergüenza -porque tú no eres, Abuelo- se hace en tus pantalones todas las madrugadas. Por eso hay que pararte tan temprano, meterte al baño, y ponerte mucho perfume para que huelas rico de nuevo. Ese viejo abusivo te hace madrugar para ir al Ministerio, ponerte dos correas, comer de más y degustar cosas raras, como migas de arepa con ponche crema.
Ese viejo embaucador esconde las llaves y los celulares de todo el mundo en tu closet, se roba tu carro del garaje y te deja a pie, pidiendo cola todo el día para poder irte a tu casa, que no es ésta donde amaneciste, sino la otra, la del pueblo. En una bolsita echas unos zapatos, un casco, media catalina y una naranja; el equipaje que te basta para tu viaje imaginario. Cuando te vas a dormir, hay que deshacer la bolsita, mientras en tus sueños rehaces ilusiones.
Don Alzheimer, ese viejo, a veces es bueno contigo, te pasea por épocas lejanas con tu querida mamá Tana, cuando cabalgabas un morrocoy y lo arreabas chocando una piedra en su caparazón, para que se te quitara el asma. Te hace creer que una Ford Explorer es una Mula, y que tu burrito Anisetero, ése que te regaló tu papá en los años 30, está amarrado en el jardín. Te hace pensar, solo por ratos, que tu esposa no es tal, sino que es tu suegra, la mamá de Susana, que está cuando mucho treinta añera, esperándote con tus diez hijos chiquitos en la casa de Urachiche. Te reúnes con tus hermanos, los que han fallecido, en conversaciones rutinarias que cuentas con naturalidad. “Por ahí vino Alfonso, y me regaló este lapicero”, dices y también dices que te invita un desayuno con arepas de maíz pilao, cochino frito  y guarapo de papelón en una Venezuela de antaño, donde la palabra era sagrada, los valores eran pan de cada día y las lecciones de la escuela se aprendían a punta de reglazos.
Abuelo, hoy tienes 85 años, una letra preciosa, agilidad al caminar y un oído biónico. Puedes escuchar hasta el susurro de mi tía al final del pasillo, que dice: “Papá se cag… anoche”, y te enojas con toda la razón. ¡Qué injuria!
Y aunque la memoria te falle y todos los días me mandes a comprar maíz pa´ las gallinas, nunca has olvidado mi nombre. Abuelo, nada acabará con nuestro idilio. ¿Verdad, Abuelo, que yo soy tu Corazón? ¿Verdad Abuelo, que yo soy tu predilecta?

Yo sé que sí…

Tu nieta, Karere.

http://www.concursocartasdeamor.com/otras/2012/carta-a-mi-abuelo-don-diogenes/
Entre las 40 preseleccionadas.

Versos Juveniles por Karen Zambrano


Fruta de Junio

La mirada esquiva de inocente,
la sonrisa nerviosa de miedo.
Fui flor desnuda entre tus manos
frágil, tuya.
Fui fruta que endulzó tus labios
en aquellos momentos amargos.
Fui lágrima que emergió de tus pupilas
y se secó en tu rostro, después de la tristeza.
Fui un suspiro callado y tardío
que nadie escuchó.
Fui destello y fui neblina
ante tus ambiciones.
Fui recuerdo sin olvido
y olvido no recordado.
Fui la espina de la rosa
que no me obsequiaste.
Fui valle silencioso
que esperó tu llegada.
Fuiste mío.


Recuérdame

Recuerda los besos cálidos
en las mañanas frías,
recuerda las miradas
cargadas de pasión,
recuerda las caricias
que en tu piel se perdían,
recuerda los latidos
de mi corazón.

Recuérdame con el rayo de luna
que una noche te asalte,
recuérdame con la tibia
sonrisa del sol,
recuérdame leve como la brisa,
recuérdame impetuosa como el mar,
recuérdame como una madrugada
y como toda una vida.

Recuérdame cuando ya no esté.


Libertad

Estar contigo y hablar,
llenarte de besos
en unos segundos inmortales;
estar contigo y soñar,
sofocarte con mis manos
en tierras benditas;
estar contigo y bailar,
imaginarias melodías
que hipnotizan caracoles;
estar contigo y pensar,
absurdas maneras de hacerte feliz.


Estar sin ti y recordarte,
con el primer bostezo del día,
con el alboroto de las hojas caídas,
crujiendo bajo mis pisadas,
con mis miradas extraviadas,
que te buscan en las polvorientas
calles de mi memoria,
con el cautivador brillo de las estrellas,
que en estas tristes noches
acompaña a mis lágrimas.


La Ciudad

Un, dos, tres...
arranca el auto
y busca en las calles
los vicios y la noche.

... Cuatro, cinco,...
la avenida está sola
y esporádicos rostros trasnochados
observan curiosos hacia mi.

...Seis, siete,...
ya nada se mueve
y ebrios contemplamos
la salida del sol.

... Ocho,...
es de día,
vamos a dormir.

Es duro ser un vampiro.


Volar

Quisiera volar
y llegar hasta ti
mientras duermes,
despertarte y hacerte creer,
que sueñas conmigo;
llenarte de amor,
regalarte inolvidables momentos,
tornar realidad tus fantasías
para luego dormirte
entre mis brazos
y regresar volando feliz,
con la certeza
de que al amanecer,
sentirás mi olor
impregnando cada rincón de ti.

Y querrás seguir durmiendo,
para soñarme de nuevo.


Abismo

Puedo concebir una idea,
sin canciones de niña,
sin fragancias dulces;
puedo topar con mi memoria,
acelerar un proceso doloroso,
tocarte por última vez;
puedo escribir en silencio
una promesa,
invocar un juego,
un discurso repetido,
nauseabundo.

Puedo enfrentar esta tristeza
real o ficticia,
con el mal sabor,
con la locura que muere
tras una frase estúpida
y sensata.


Ansiedad

Ansío un beso de luna,
una canción de romances,
un camino de flores
y un rosario trasnochado
de luceros.

Ansío, un amanecer en tus ojos,
una mañana en tu pecho,
una tarde en tus tormentas,
un crepúsculo inesperado,
una noche errante
y una madrugada ardiente.

Ansío, una frágil sonrisa que se quiebre
en tu boca, sombra de pudor o sorpresa.

Ansío un encuentro eterno,
de almas, de cuerpos,
de la luz de dos soles.

Ansío amar más,
amarte más.


El Viento

Las palmeras despeinadas
me hacen pensar
que el viento sopló fuerte
en alguna dirección.

¿Cómo puede extrañarse
lo que nunca se ha tenido?

Quizás como te extraño a ti.

Quizás como extrañan
las palmeras al viento,
ese mismo que las azotó,
ese mismo que las cambió
y que jamás pensó
volver a verlas.


Ocaso

Estuve ya en el cielo,
en el ocaso de un poema,
cuando se detiene el corazón de un soñador,
sentí la calma de nuestra despedida.

Tres besos hoy,
mañana solo dos.
Luego, no más.

Amor que sucumbe detrás
de unos dientes apretados,
de unos parpados cerrados.

Dudas, desgano,
celos sin destinatario.
Todo sería inesperado,
una charla, una fiesta, una guerra.
Una noche sin ropas elegantes,
un desafío, una carcajada,
un beso turbio, un beso sin ganas.

Lágrimas de nostalgia,
por la irreversibilidad del final.

Lágrimas falsas,
un adiós oportuno.


Cuarto Menguante

Me vigilaba la luna
y se sonreía ansiosa
al contemplar
mi vergonzoso escape;
disfrutaba mi ebriedad
se estremecía de emoción
al verme oscura, rendida.

Se jactaba la luna,
de su fama, de su altura.

La luna es grande,
pero es del tamaño de un plato
cuando se dibuja en los charcos,
en los charcos de esta ciudad.

No seré yo culpable,
si mi estómago borracho,
vomita sobre el plato,
que refleja la luna en un charco.

Y esa luna grande,
y esa luna llena,
menguará en el charco
víctima de mis penas.


Confidencias

Amo,
los extraños sonidos,
todos tuyos.
Amo,
esos ojos que miran mi dolor.
Siento,
un silencio tan profundo
aquí
en mi soledad.
Recuerdo,
tus labios, tu boca y tus manos
haciéndome feliz.
Procuro,
soñarte para tenerte a mi lado,
tal vez sobre mí.
Llega, haz aún mayor
mi tormento.
Amo,
los gestos, todos tuyos.
Amo,
los cabellos que se enredan
entre mis dedos,
todos tuyos.


Deseos Ocultos

Una lágrima empaña mi visión,
sé que no estás,
mis deseos ocultos comienzan
a flotar en mi habitación.

Te veo aparecer,
y es tal la nitidez,
que puedo sentirte,
puedo oler tu piel,
escuchar el latido de tu corazón
sobre tu pecho desnudo
y tragarme tu aliento
en un lento beso.

Se convierten en realidad
mis deseos ocultos,
el espacio no existe entre tu y yo,
quiero ser tu sueño y tu ambición,
codicio tu cuerpo temblando por mi,
sé que mis deseos se van a cumplir,
tienes un encanto fatal sobre mi,
no quiero despertar,
no quiero sufrir.


El Cortejo de una Ladrona

De donde toca el primer compás
el agua clara, robó la risa
y la escondió en su boca;
de los océanos, robó el azul profundo,
y lo encerró tras sus párpados;
del viento robó la gracia,
y la guardó entre sus cabellos;
de las madreperlas robó el nácar,
y con él cubrió su piel;
de un rosal robó perfume y rocío
para bañar sus labios.

El valor no lo robó
pues palpitaba en su pecho.
No robó locura ni sensatez,
eran los misterios de su cabeza.
No robó la pasión,
fluía en sus venas, era su sangre.
No robó el amor,
era el misterio de su alma.

Y apareció ante él.
Y le sonrió con la frescura de un manantial,
lo miró, ahogando sus penas en un hondo mar,
lo sedujo, con el ritmo que una tenue brisa
le daba a su caballera dormida sobre la espalda.

Y se le acercó.
Y lo turbó con la cercanía de una piel tan preciosa.

Y lo robó.
Le robó un beso, con su boca de rosa,
un beso tibio y precipitado,
a la sombra de un amor loco,
de un amor bárbaro,
de un amor náufrago,
de un amor azul,
ansiado y sereno,
preso y eterno,
libre y fugaz.


Ayer

Ayer,
quise borrar
todo lo que
siento por ti.

Ayer,
pensé que te
podría olvidar
y hoy veo que
no es así.

Ayer,
tus labios callaron
la respuesta que deseaba
con ansias escuchar.

Ayer,
me convencí
como siempre
de que todo
había acabado
que debía terminar...

Hoy,
te necesito
a ti, amor.


Luna

Luna,
que de la oscura soledad del cielo,
siempre reina,
que de las noches de pasión
siempre testigo,
que del señor brillante
eres platónica amante,
que de los poetas grandes
eres fuente de inspiración.

Dime,
acaso vale la pena ser reina
a pesar de tu soledad,
acaso te agrada ver el amor terrenal
desde esa altura
sabiendo que nunca el sol
estará tan cerca de ti,
acaso llenan los poemas
ese inmenso vacío
de que nadie
te acaricie.



Ausencia

Mi mano con la tuya,
mi pensamiento en un sueño,
un sueño donde tu ausencia
protagoniza,
pues estoy con él.

Y tu me cuentas el futuro,
y a mis oídos sólo entran
ráfagas de frío y confusión;
si supieras.

Se desbarata la farsa,
no puedo ocultarlo más,
el hilo se rompe.

Ensancho la distancia
y distingo a través del cabello
que baña mi rostro, su silueta.

Quiero adentrarme en sus ambiciones,
quiero ser presa de su costumbre,
quiero que un rumor solape
este gris que padece mi alma;
hipócritas frases que juran
un sentimiento que ya no hay.

Gloria

Elevo mis ojos hasta ti
y siento que aún te pertenezco,
es mejor que no me digas adiós.
Observo tus labios
y sé que aún son míos,
es mejor que me sigas amando.
Oigo tu voz
y estoy segura
de que no mentiste,
es mejor que te enamores
de nuevo,
de mí.


Amigo

Tardes que pasaban lastimosas
sin tu compañía,
más nunca sin tu recuerdo.
Tardes que murieron
sin esperanzas,
sin tu voz.
Tardes que se acabaron,
pues has regresado.
Tardes que compartiremos
y veremos caer tras nuestras sombras
en largas caminatas
que volverán a ser.
Sombras que se fundirán y serán una sola.
Tardes en las que no habrá un adiós
sino un hasta luego,
y quizá hasta un te quiero.


Cosquillas

Que estés conmigo siempre,
en todas las esquinas,
en todos los charcos.

Que me mires siempre,
a los ojos o a los labios.

Que me cantes siempre,
al oído, a pulmón,
tus canciones, mi canción.

Que me acaricies siempre,
mi espalda, mi cuello, mi cara.

Que me beses siempre,
en la frente, en la boca,
calmadamente, precipitadamente.

Que yo tiemble siempre
con tu cercanía
y no deje nunca
de sentir esas cosquillas.


Te encontré

Antes de ti,
había un gran vacío.
Presentí,
que alguien como tú
existía.
Y te busqué,
por las calles,
en los parques,
entre rostros amables,
entre sonrisas cálidas,
entre amigos.

Y llegaste,
tan sorpresivamente,
tan inesperadamente,
en el momento crucial.

Sin sospechar que eras tú,
aquel que soñaba,
aquel que amaba,
aún sin conocer.



Estoy triste

Estoy triste
porque no se te antojo,
porque no acompañas mi rutina.

Algún día lo estuve
por tenerte siempre,
porque me buscabas siempre,
porque te veía en la sopa.

Estoy triste
porque no pude mentir
a una voz encantadora
detrás de un teléfono.
Estoy aún peor
porque no pude ver
a mi interlocutor.

Estoy triste por lo mismo de siempre,
por soñar aventuras, por soñar despierta.
Estoy triste porque no quiero luchar,
porque no consigo nada, porque la flojera me mata.

Estoy triste por el nudo en mi garganta,
por la herida de mi piel,
por el capricho de mi abdomen
y por mi envidia.
¡ Quiero llorar !


Aroma

Las luces,
las canciones,
la alegría de estos días,
te trae hasta mí;
como el aroma del cual
quedé impregnada
después de tu partida,
como aquel beso tibio,
húmedo y nocturno,
que se durmió en mi boca
y se mantuvo ahí
hasta tu regreso,
como aquellas dos palabras,
que salieron de tus labios,
solo para mí,
como un regalo de navidad,
llega hasta mí
el recuerdo de esos días
que compartimos,
el sabor de unos instantes
tan pequeños y tan infinitos;
la esperanza de volverte a ver.


Pienso en ti

Hoy estás lejos
y en ti pienso.
Pienso en lo que piensas,
y sé que piensas en mí,
porque cuando me recuerdas
estás dentro de mí
impregnando mi alma
de cálidos sentimientos.

Si me recuerdas
no hay distancia,
si en mi piensas
no te extraño,
y si sientes lo que siento
no me echarás de menos
pues estás en mi cabeza
y ni por un momento
dejo de amarte.

Hoy estoy contigo
porque estoy pensando en ti.


Quiero Dormirme

Quiero dormirme pensando en ti,
para atraparte en mi sueño
y no dejarte salir;
quiero soñar que estás tan cerca
que es imposible perderte de vista,
y que son inminentes los besos
y las caricias.

Quiero dormirme imaginándote,
para reproducirte en detalle,
esa angustia de tu rostro,
tu grueso cuello,
tu barba ausente,
tus infinitas pestañas.

Quiero dormirme y volar contigo,
a donde estemos solos,
a donde no importe el tiempo y
se confundan nuestros espacios.

Quiero despertar y correr a tu encuentro
para hacer realidad mi sueño.


Amnesia

Si el ayer se olvidara
¿Cúan extraño sería el hoy?

Sin rumbo, con un cuerpo
que no recuerda que creció,
ni cómo creció.
Con una cicatriz
de quien sabe qué herida,
ni causas, ni consecuencias.

Con una angustia en mi rostro,
sin miedos, sin valentía, sin verguenzas.
Con alegría en el alma,
alegría sin nadie, risas de quienes,
gozos ajenos o locura extrema.

Con un corazón endurecido... ¿Por qué?
Con un corazón grande... Quizás!
Con un corazón miserable... Tal vez...
¿Será mi alma una maldición?

Sin la huella de un amor,
sin aromas remotos,
sin ningún recuerdo...
... ¿O con el tuyo?.

Efímero

Agitación,
confusión de volátiles
pensamientos.

Sin luz,
malignos estragos,
vagas distancias,
sin sol,
sin color.

Atónitos seres
corren en diversas
direcciones.
Adoptan gloria sin libertad,
ardor sin fuego.

Adimensional,
espacios sin fronteras,
partes despedazadas de un todo,
cero condiciones.

Fluidos,
calor,
olor,
sudor.
¡ Auxilio !


Imposible

Las cosas se complican
te celo, sí.

Tengo la culpa, lo sé.

Me siento tan sola si no estás,
me siento asustada
cuando estás cerca.

Me siento feliz y nerviosa
cuando juego a acariciarte,
y es tan fácil y tan complejo,
y puedo tenerte,
más te perdería;
y puedo alejarme,
más me perdería;
y puede pasar,
y es imposible.