miércoles, 20 de agosto de 2014

Concurso Audiocartas al Amanecer

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Hasta la puerta gris

Andrés:

Me fui. Apenas y llegué hasta la puerta gris. Te dejé la vianda con la hermana de alguien cuando me estorbó el primer rayo de sol  y el churrasco todavía estaba caliente.
Hace treinta años mi mamá te sentenció: “Ese muchacho es buen mozo pero medio pendejo”. A mí con lo primero me bastó, bendita la candidez de los pocos años; hoy, lo segundo me hizo dar la media vuelta y llevarme a rastras un desafinado acordeón de recuerdos, desde el primer cigarrito que compartimos frente al liceo hasta las cicatrices de las cesáreas de Enrique y Daniel.
¿Que si te quise?, por supuesto que sí. Te quise con el cafecito por la mañana y cuando te llevaba la pastilla para la hipertensión.
Fuiste un buen marido, pero debes saber que hasta la mujer más sencilla se cansa de la peladera, del carrito por puesto y de pedirle a la comadre que le pase la plancha.  Yo también fui buena, nunca dejé de atenderte, ni en la cama ni en el fregadero.
Treinta años Andrés, siempre esperando que hicieras algo grande. Después de tanto tiempo no era mucho pedir un poco de comodidad, una vuelta por el mundo más allá de Camurí Chico o una casa bonita como la de al lado.
¿Qué si te presioné?, está bien lo acepto. No pude evitar torcer la boca cada vez que nos faltó la plata, quejarme y despotricar contra tu desidia hasta empujarte a hacer algo que no hice yo misma por respetarte los pantalones.
Que te agarraron, no fue mi culpa. Debí saber que no todo el mundo es tan avispado como el esposo de la vecina. Pero no creas Andrés que te abandoné por falta de amor. Me fui porque jamás podría saltar en pelotas frente a esas guardias tan mal encaradas. Ni pensar tener que madrugar en días de visita durante los próximos treinta años. Yo no soy tan buena y al fin y al cabo tú tampoco eres Mandela.

Adiós,
Beatriz.
 

Carta Finalista en: