martes, 4 de marzo de 2014

Retornando a la Goma. Concurso Cartas de Amor Mont Blanc 2014.

Barquisimeto, 1 de enero de 2014.

Carlos:

Tú siempre tan oportuno. Faltaban cinco pa´ las doce cuando enviaste esa bendita invitación por WhatsApp…  Así que medio atorados con las uvas y venciendo un poco la alergia al pasado, fuimos entrando al chat, todos los que hace veinte años nos conocimos en la Universidad e hicimos parte de una camarilla de amigos que más allá de éxitos académicos compartimos sin reserva todas las torpezas de nuestra juventud: La Goma.
Ese nombrecito…  La Goma. Una oda a la flojera, a nuestra desazón de adolescentes y a esas ganas imperiosas de escapar del maldito cálculo; un idilio con el ocio, resumido en el lapso de tiempo libre después de almorzar en comedor. Dos horas para hablar tonterías, jugar cartas, coquetear y caernos a naranjazos, tirados en el suelo del pasillo de Ingeniería Química.
Carlos, te vas a casar y quieres reunirnos de nuevo en tu boda. Tú, nuestro querido “Spike”, el del diente “Quita y Pon”, el de los inalcanzables limones de Ana María, el temerario que nos metía a hurtadillas en su residencia estudiantil para pasar la borrachera, te lanzas al agua, por fin…
Rostros extraviados en la memoria fueron emergiendo en el teléfono, unos más gordos, otros más arrugados, alguna que otra cana pegada a las sienes y varias cabecitas asomadas de los niños de la nueva generación. Las franelas teñidas al estilo psicodélico desaparecieron y dieron paso a elegantes trajes con corbata. ¡Feliz año a todos! ¿Qué es de tu vida Ramón? ¿Cuántos hijos tienes ya Madi? ¡Alguien que pase el número de Willy! ¿Quiénes pueden ir a la boda? ¡Confirmen los que puedan!
“Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”…  De aquellos días de los tempranos noventa parece no quedar nada. Ya no podremos ir a la playa a pernoctar durante una semana con tan solo cincuenta bolívares, cambiar de novio como cambiar de pantaletas, mezclar el aguardiente con chimó y morirnos de los excesos sin que nos lleven a emergencias.  Ahora resulta que estamos muy preocupados por nuestros cupos verdes, el colegio de los muchachos, el trabajo, la estanflación, la escasez y la inseguridad. Tirapiedras de otrora que ya toman pastillas para la hipertensión.
Carlos, tú siempre tan oportuno, con la invitación llegaron los recuerdos y con mi respuesta te doy las gracias… para mí sigues siendo el amigo que enjugaba mis lágrimas en un pañuelo con vinagre y me decía que lloraba bonito, el consentidor de las panquecas con besitos robados en la litera, el que me cargaba los libros cuando íbamos a jugar pool a “Los Horcones” y me daba la pata-gallina para saltar la pared, mi alcahueta de travesuras y el que logró la cuadratura de mi Volkswagen Escarabajo. Socios al comprar la botella de anís y hermanos en la vomitada.
Por supuesto que voy a tu boda. Veinte años más vieja pero con la misma ilusión de la carajita que iba a la discoteca con la cédula falsa para encontrarse con sus amigos. Espero que cuando digas: ¡Sí, acepto! el diente permanezca en su lugar, y si se te cae, no te preocupes, cualquier gomero estará pululando por ahí para recogerlo y cagarse de la risa.

Karen.

http://concursocartasdeamor.com/retornando-a-la-goma/


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