(*) Siento el peso de un aire grueso que me enquista en la cama. Hay mucha gente feliz aquí en el país de los onironautas.
(**) La mujer sin reglas nunca vio sangre, ni una gota, ni media gota. Tampoco sintió dolor ni en el cuerpo un hijo, ni medio hijo.
(***) El perfume. Geranio, violeta, rosa y azahar, las ninfas tienen aroma floral. Mi alergia se agudiza al adentrarme en la gruta.
(****) La Petición. Querido Andrés Eloy: ¿Podrías escribir un poema contra el bullying? Atentamente, El Angelito Negro.
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El monje tiene un pensamiento recurrente, una mirada laica lo cautivó en la eucaristía del domingo y puso a temblar sus votos.
Me despierto y las percudidas sábanas se transfiguran en tristeza que me arropa. La pérfida hora cuando se me ocurrió emigrar.
Ya lejos del teatro, escuché al sapo susurrarle a mi pequeña hija: - Cantemos y bailemos ahora, solo tu madre nos ve...
Otra vez soñó con el niño de manos púrpura, le dijo Adiós antes de partir girando y desapareció en el fondo del retrete.
Esa noche su estridulación inquietaba a mi oído de medio siglo. Usé mi espada y antes de morir el grillo espetó: Touché!
Estaba tan exhausta que dormida en su húmedo lecho halló la muerte. Necrosis de la lengua, le diagnosticaron al político.
Cuando iracundo me lanzaste a la fogata, recordé que fui tu esposa. Volví a nuestro jardín reencarnada en un caracol africano.
Estragón, anís y eneldo, endulzo tus labios y los devoro, mientras observas angustiado y perplejo sangrando bajo el bigote.
Descubrí en su maletín una cajita de regalo con una hermosa tanga talla S. iQué tonto mi marido! No recuerda que soy XXXL.
Al salir de su pupa se sintió apenada. Se marchó la mariquita cubriendo sus partes sin percatarse de que iba muy bien vestida.
Distraída. Visitó mil veces el mismo puerto y nunca zarpó por estar pensando en la musarañas.
Mnemotecnia. "Un día vi una vaca sin cola vestida de uniforme" y me fui al psiquiatra antes de terminar mi examen de cálculo.
Achaque. Le dolía todo, desde los ojos compuestos hasta los espiráculos, el piojo ya no tenía 20 días y decidió ir al médico.
Musas. Urano y Gea intentaron hacer que salieran de su habitación pero sus pequeñas estaban de duelo.
El Apero. Le dio una zanahoria y lo amarró por la nuca, luego mi abuelo se empeñó en ensillar al Mustang del vecino.
La Golondrina. Las niñas de velos prestados rodeaban afligidas la caja de zapato. Charito escondía la china con que la mató.
El recado. Avión, avión! Dile al Niño Jesús que me traiga una muñeca del tamaño del pilar!
Eraclio era cada día más ágil y corría dejando ver su brillante melena gris. Ese ratón se comió toda la caja de vitamina E.
El Secuestro. Su costoso manicure se dañó muy pronto. Intentó escapar rompiendo con las uñas la pared de bahareque.
Aburrida. Primero usé un alfiler, luego un puñal y finalmente una guadaña y no logré siquiera pellizcar mi hastío.
Extrañaría el color de tus ojos, el de tus cabellos y hasta el de tu voz, pero vivo en la ciudad de los crepúsculos.
Cayeron muchas piedras en el zaguán de la casa nueva antes de que viniera el cura y atara al ceretón bajo el taparo del patio.
Vigilia. Esa noche echó el pestillo y bajó las persianas. La mala sombra lo encontró sin la cobija y con los ojos abiertos.
Fe de vida. Este dedito tiene dinerito, este lo ahorró, este lo cobró, este me lo dio y este se irá con la nota de rescate.
Último café. Ana recoge las tazas mientras hilos de sangre cosen la camisa de su esposo, desde el cuello hasta las bocamangas.
Paladín de árboles. Aunque añora el tacto y el olor de las páginas impresas, Leonardo dimite del placer y ahora lee eBooks.
Anacoreta. Se despojó de sus bienes y se alejó del mundo, pero el mundo lo persiguió siempre con su cadencia lasciva.
Oculto tras la cortina su cuerpecito llagado le producía un intenso dolor. Su madre bebía una cerveza con el próximo cliente.
Una clepsidra vacía y un pergamino sin terminar. Lo buscaron en cada rincón del monasterio mas Agustín ya no era un santo.
Seguridad Nacional. Saúl sintió un espasmo y dejó caer la totuma con agüita del tinajero. El agente quería interrogarlo.
Sugerencia. Que nadie se me acerque, llevo perfume con feromonas.
Cabizbajo. Facundo se adentró al conuco y solamente levantó la nariz para resucitar a Bárbara con el olor de las mandarinas.
Declaración. Juro ante pena de perjurio bajo la ley del estanque que jamás trabajé para ese truhán. El caballito del diablo.
Compa, aquí está la plata pero mataron a Pacquiao. Ganó la pelea, se salió de la caja y le sacó un ojo al dueño de la gallera.
Diez coronas de espinas laceraban su cabeza."No peco más", decía el Ángel, mientras Avaricia y Envidia lo llevaban a rastras.
El amarre. Sobre cuatro cuarzos rosa, enciende un blanco velón, apágalo con simiente y será tuyo su amor. Son cien bolívares.
Convergencia. El niño apartó la cortina y se alivió con la imagen de aquel hombre flaco cuyo extraño canto escuchó en misa.
Gustavito, ¿Qué haces con ese palito?, preguntó Engracia. - Lo de siempre abuela, dibujo a Mahler en el aire.
Evidencias. Labial rojo en su pañuelo, cabello rubio en su saco y de testigo la bruja que lo leyó en el tabaco. Es todo.
Úrsula creyó perdido al duende de jardín y apareció una mañana con un gorro de oro. Estuvo escondido bajo la piedra filosofal.
La cábala. Levanté la mano y recordé al gato del callejón, tan negro como una pica y un trébol. Luego, tiré mi par de ases.
Agustín escupió la cerveza y corrió junto al niño, curó sus llagas, le pagó a la mujer y se colocó la sotana sin haber pecado.
Se agolpaban todas las almas femeninas esperando ser escogidas por Virgilio y posar para el pintor celestial de mujeres.
Le metí en la lonchera una apetitosa idea y mi pequeño microcuento dijo:
- Mami, cuando sea grande, quiero ser bestseller.
II Edición del Concurso Microcuentos y Microfábulas #C140 @banesco
http://blog.banesco.com
Publicados en el diario El Nacional.
(*) Finalista Posición #10.
(**) Seleccionado Posición #25.
(***) Seleccionado Posición #33.
(****) Seleccionado Posición #46.
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